Construida a finales del siglo XII, la iglesia ha sufrido numerosas transformaciones a lo largo de los siglos. En la Edad Media, la entrada principal estaba en la plaza, precedida por un pórtico de tres arcos, flanqueada por el campanario independiente, y con el baptisterio de San Juan enfrente (esta estructura es típica de la catedral de Florencia o Pisa). Sin embargo, a mediados del siglo XIX se produjeron tres acontecimientos importantes: el terremoto de 1858, la beatificación de San Cono y el hecho de que Diano se convirtiera en la sede de la diócesis. Cuando se realizaron las obras después del terremoto, se aprovechó para ampliar la iglesia, construyendo todo el crucero, el presbiterio y la sacristía, y también invirtiendo la entrada, que se trasladó de la plaza al callejón opuesto. Los dos portales son de excelente factura: el principal, rico y elaborado, se atribuye a Melchiorre en el siglo XIII y el lateral a 1508. En el interior: - el púlpito (un ejemplo muy raro en Italia de escultura firmada) esculpido por Melchiorre da Montalbano, fechado en 1271. Toda la obra, realizada en piedra de Teggiano, sobre cuatro columnas coronadas por cuatro capiteles y dos arcos trilobulados, tiene un significado alegórico: empezando por la parte superior encontramos los símbolos de los cuatro evangelistas (Marcos, Mateo, Juan y Lucas), debajo, esculpidos en triángulos, el ciervo (que representa al hombre inconverso) luego el león (que representa al hombre fuerte y poderoso por ser cristiano) y después Mosè indicando a Eva. En la figura central, el león representa el poder de la Iglesia que sostiene la columna retorcida que simboliza la humanidad y, sobre ella, la eterna lucha entre el bien y el mal con el guerrero (el bien) defendiendo con esfuerzo a la liebre (el hombre) del águila (el mal). - la tumba de Stasio d'Heustasio, fechada en 1472 è sostenida por tres estatuas que representan las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad). En el cuerpo central hay una Virgen con el Niño flanqueada por ángeles con el escudo d'Heustasio a la izquierda y el escudo sanseverino a la derecha. En la tapa descansa Stasio vestido de guerrero con los pies apoyados en el perro fiel. Stasio, sin embargo, era un guerrero y como tal murió quién sabe dónde, por lo que nunca fue enterrado en esta tumba, que desde 1857, después de que Diano se convirtiera en diócesis, alberga los restos del primer obispo de Teggiano, Valentino Vignone. - La tumba de Enrico Sanseverino es la mejor obra de esta iglesia. Atribuida a Tino da Camaino y esculpida en 1336, es muy similar a la tumba del duque de Calabria y su esposa Maria d'Angiò, ambas del mismo artista, a la derecha del altar mayor de la iglesia de Santa Chiara de Nápoles. Tommaso Sanseverino, Gran Condestable del Reino de Nápoles, fundador de la Cartuja de Padula y del Castillo de Diano, quería una tumba digna de su rango para su hijo mayor Enrique, muerto muy joven en la Cruzada de Jerusalén. Apoyada en tres columnas retorcidas, la parte central representa a los doce apóstoles con letras doradas en los bordes y bandas centrales sobre un fondo azul esmaltado y a Enrique con sus ropas de cruzado en la tapa. La parte superior representa la presentación de Enrique, arrodillado con una espada a su lado, ante la Virgen y el Niño, flanqueado por ángeles y San Enrique de Hoistoffen sosteniendo un niño, símbolo del alma del difunto. - La rica y refinada tumba de Orso Malavolta, fechada en 1488, es sin duda obra de un forastero. Se apoya en dos altas cariátides de una época anterior que seguramente sostenían otra tumba. En la tapa aparece la figura de Orso, sienés y médico personal de Antonello Sanseverino, príncipe de Salerno. El hecho de que un médico sienés estuviera en Diano a finales del siglo XV se explica porque Antonella se había casado con Costanza, la hija del duque de Urbino, y junto con su esposa trajo toda una serie de personas del centro de Italia, como médicos, notarios, pintores, escultores, etc. - dos ángeles de madera pintados del siglo XVIII, colocados a los lados del altar mayor. - dos lienzos de principios del siglo XVIII que representan una Virgen con San Cono y un Milagro de San Cono.