Era el 8 de abril de 1263 cuando San Buenaventura de Bagnoregio, entonces ministro general de la orden franciscana, abrió el féretro que contenía los restos de San Antonio de Padua, fallecido 32 años antes y aclamado santo apenas un año después de su muerte. La intención era trasladar los restos sagrados de la pequeña iglesia de Santa Maria Mater Domini, donde había sido enterrado cuatro días después de su muerte, el 13 de junio de 1231, a la majestuosa basílica que se había construido en su honor. La escena que se presentó ante los ojos de los presentes en el momento de la exhumación fue asombrosa: mientras que todo lo que quedaba del cuerpo del Santo era un montón de cenizas y huesos, su lengua -a pesar de su fragilidad al ser una de las primeras partes del cuerpo en descomponerse- había permanecido intacta, "rubiconda et pulchra", bermellón y hermosa, como la describió San Buenaventura. El asombro y la emoción de todos fue incontenible: la Chronica XXIV Generalium relata que, ante el portentoso descubrimiento, San Buenaventura exclamó: "Oh bendito Langue, que siempre has alabado al Señor y te has hecho alabar por los demás, ahora es evidente para todos cuántos méritos has adquirido con Dios". A lo largo de los siglos, se fabricaron preciosos relicarios para conservar tan inestimable tesoro, hasta el último, realizado entre 1434 y 1436, una preciosa obra en plata dorada, que aún hoy se puede admirar en la Capilla del Tesoro de la Basílica del Santo de Padua. Durante la Segunda Guerra Mundial, por temor a los bombardeos, la Lengua y el Mentón del Santo fueron retirados de los relicarios y escondidos en una caja de hierro durante unos dos años. Después de esta ocultación, según el testimonio de los frailes de la época, la lengua ya no era tan carnosa y erguida como antes, pero la ferviente devoción de los fieles a esta ilustre reliquia nunca decayó. En 1981, cuando, después de siglos, se realizó un nuevo estudio de los restos sagrados, los científicos identificaron, entre los restos mortales del Santo, su aparato vocal casi intacto: el hueso hioides y dos fragmentos de los cartílagos aritenoides, al igual que la lengua, también habían permanecido intactos, mientras que todos los demás cartílagos se habían desmoronado. Curiosamente, el aniversario de la Traslación de las reliquias del Santo, conocido popularmente como la "Fiesta de la Lengua", no se celebra el 8 de abril, sino el 15 de febrero, fecha que recuerda otro reconocimiento de los sagrados restos, con motivo de la visita del Cardenal Guy de Boulogne, que fue curado milagrosamente por el Santo y que donó a la Basílica de Padua, en 1350, un valiosísimo relicario de oro en el que aún hoy se conserva la mandíbula de San Antonio.