El monasterio de San Benito es uno de los lugares espirituales más significativos para la Iglesia. Construida hace casi mil años, su cometido es custodiar la cueva donde el joven Benito de Norcia pasó un periodo de vida eremítica, antes de dedicarse a la vida cenobítica. A las afueras de Subiaco, en la cueva donde San Benito se refugió como ermitaño dictando la Regla de la orden Ora et Labora, se encuentra el Monasterio de San Benito de Subiaco. El monasterio, junto con el de Santa Escolástica, hermana de San Benito, es uno de los doce monasterios fundados por San Benito a lo largo del valle de Aniene que no fue destruido. Consta de dos iglesias y capillas superpuestas y de cuevas que siguen la forma ondulada de la pared rocosa. El corazón de la estructura es el Sacro Speco, la cavidad natural donde San Benito vivió como ermitaño durante tres años, a la que se llega por una escalera que atraviesa el sugestivo Bosque Sagrado. No muy lejos de allí se puede visitar la cueva de los pastores, donde San Benito comenzó a predicar, y la capilla de San Gregorio, que alberga el fresco de San Francisco de Asís: parece que fue pintado tres años antes de su muerte, durante su estancia en 1223-1224. La grandeza del monasterio se puede ver desde el exterior, pero es el interior el que le dejará sin palabras. Diríjase a las pequeñas iglesias y capillas que se suceden de forma irregular para admirar las obras y los frescos. La entrada al monasterio conduce a la iglesia superior, una maravilla completamente cubierta de frescos de las escuelas sienesa y umbriana que representan la vida de Jesús y de San Benito. Un tramo de escaleras conduce a la Iglesia Baja, donde se encuentra la Santa Gruta. En el exterior del edificio se puede visitar el pequeño cementerio de los monjes de Speco y la Rosaleda de San Benito. El monasterio es una de las paradas del Camino de San Benito que va de Norcia a Cassino.