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Máquina Santarosa

  • 01100 Viterbo VT, Italia
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Folklore
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Description

En 1258, el Papa Alejandro IV, después de un sueño premonitorio, con una solemne procesión presidida por él junto con la corte del cardenal, hizo trasladar el cuerpo de la joven Rosa, que yacía incorrupto en la tierra desnuda cerca de la pequeña iglesia de S. Maria in Poggio desde 1251, a la iglesia de S. Maria, donde ahora se encuentra el santuario. En recuerdo de aquel acontecimiento, se empezó a celebrar una procesión en la que se llevaba un palio, que en años posteriores adoptó el nombre de "macchina", adoptando formas y tamaños cada vez más espectaculares. Tras los luctuosos sucesos de 1801, provocados por la quema de la "macchina", la procesión religiosa, que hasta entonces precedía al transporte, tuvo lugar por separado. Desde 1921, se lleva en procesión el corazón de Santa Rosa, extraído del cuerpo de la Santa tras el reconocimiento realizado ese mismo año y conservado intacto en el relicario donado por el Papa Pío XI. Fue en 1976 cuando, gracias a la intuición y a la sensibilidad de las monjas clarisas, del arquitecto Alberto Stramaccioni de Orvieto, en colaboración con el comité de obras del Santuario de Santa Rosa y de la modelista Olimpia Arcangeli, entraron en la procesión religiosa las primeras figuras disfrazadas, que representaban a las más altas autoridades de la ciudad junto con la milicia, que desde el año 1200 siempre han rendido homenaje e importancia al acontecimiento de la traslación de la pequeña santa conciudadana. Con el paso de los años, la procesión se enriqueció con la incorporación de otros personajes que representaban los distintos siglos, hasta 1700. La procesión consta actualmente de unas 310 figuras, vistiendo los trajes de podestà, capitán del pueblo, gobernador, notario, comandante de la milicia, soldado y 130 niñas llamadas "Boccioli di S. Rosa", que evocan los vínculos entre los jóvenes de Viterbo hoy y su santo par de ayer En la actualidad, los participantes, entre los que se encuentran Boccioli di S. Rosa, Rosine e instituciones municipales, son unos 300. A la cabeza de la procesión, un grupo de terciarios franciscanos con un portador de la cruz en el centro, seguidos por un grupo de rosinas con hábito gris-morado, que llevan cestas llenas de rosas y velas en homenaje a la Patrona de Viterbo. Las rosinas representan la figura joven de Santa Rosa y, dentro de la procesión, separan los distintos siglos. Desde los años de la posguerra, la procesión solía partir de la iglesia de Santa Rosa y volver a ella, tras pasar por las principales calles de la ciudad. Hoy parte de la Catedral, donde el corazón del Santo permanece expuesto a la veneración de los fieles desde la mañana del 2 de septiembre. De hecho, en los archivos del Monasterio de Santa Rosa se conservan dos pergaminos de 1512: uno se refiere al Consejo de los 24 (el Consejo Municipal de la época) y otro al Consejo de los 40 (el pleno y el Consejo Municipal). En estos pergaminos está escrito que el Consejo de Viterbo juró participar en la procesión de Santa Rosa, que debía partir de la Piazza del Comune al anochecer al son de las campanas de la Torre del Comune. Hoy en día, el evento ha adquirido tal dimensión que requiere una organización capilar detrás, compuesta no sólo por las clarisas, que se dedican al mantenimiento de los vestidos y en parte a su confección, sino también por costureras, modelistas, peluqueras, marroquineras y toda una serie de colaboradores cualificados, muy bien coordinados entre sí. Y la mirada, al final de tanto trabajo, es estupenda: la estructura y los rasgos de la ciudad del siglo XIII constituyen un escenario perfecto para los personajes, elegidos tras las oportunas selecciones, con sus trajes extremadamente laboriosos: todo es real; se respeta el más mínimo detalle en la reconstrucción saliente de los siglos desde el XIII hasta la actualidad: Las espadas, los cascos y las armaduras han sido recreados por ancianos artesanos de una manera tan antigua como el hombre mismo; el calzado, de cuero caro o de fino terciopelo, es también el resultado de manos expertas en una especialidad que se extingue; la búsqueda de tejidos es minuciosa, para no crear discrepancias con el pasado.

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