Al llegar a la Plaza de Santo Spirito el ojo no puede dejar de caer en la espléndida Basílica de Santo Spirito. Construida sobre un proyecto de Filippo Brunelleschi, la Basílica fue la última obra maestra del famoso arquitecto, que comenzó a trabajar en 1444. Después de su muerte, el proyecto pasó a manos de Antonio Manetti, Giovanni da Gaiole y Salvi d'Andrea, que lo terminaron a finales del siglo XV. La fachada de la Basílica nunca fue realmente terminada y tiene una línea elegante, pero está completamente desprovista de decoraciones. La sencillez de la fachada, sin embargo, no debe inducir a error: en el interior de la iglesia se encuentran notables obras de arte de artistas como Filippino Lippi, Bernardo Rossellino, Maso di Banco y un crucifijo de madera atribuido a un joven Miguel Ángel Buonarroti. A la izquierda de la fachada de la Basílica se encuentra el Museo della Fondazione Romano donde se encuentra el hermoso Cenacolo di Santo Spirito, obra de Andrea Orcagna. El Cenacolo se encuentra en el refectorio del antiguo convento agustino que no participó en el proyecto de Brunelleschi y por lo tanto ha mantenido su encanto gótico tardío. El Cenáculo fue pintado al fresco por Andrea Orcagna que pintó una gran Crucifixión con María y las piadosas mujeres sobre la Última Cena. Desafortunadamente, a lo largo de los siglos los frescos se han arruinado irremediablemente y hoy en día sólo son parcialmente visibles. Lea más sobre el Cenacolo di Santo Spirito en este artículo.