En la carretera de Val Veny, con el majestuoso glaciar de Brenva como telón de fondo, se encuentra este característico santuario, en un lugar que ha sido escenario de numerosas curaciones milagrosas desde el siglo XVII. De hecho, en la zona ya se veneraba antiguamente una estatua dedicada a la Virgen del Berrier, primero expuesta en un simple nicho, y luego trasladada a un oratorio cercano, construido sobre la roca ("berrier" en patois, el dialecto local); a esto le siguió otro traslado a una capilla dedicada a la Visitación de la Virgen, justo cuesta arriba del templo actual. En 1816, el pequeño edificio fue demolido por el inexorable avance del glaciar; sólo la estatua de la Virgen quedó intacta. Tras este acontecimiento, considerado milagroso, se decidió construir un nuevo lugar de culto, lo que se consiguió en 1867, cuando se levantó el edificio actual, ampliado con el tiempo gracias a piadosas donaciones. Consagrada por el obispo Jans en 1868, la iglesia tiene planta de cruz latina. Los altares, realizados por el escultor de Lugano Fumasoli, contienen pinturas de Giuseppe Stornone, prueba de la secular devoción a la Virgen que aquí se venera. La reputación taumatúrgica de la Virgen María ha hecho de este santuario un lugar de culto muy popular; en su interior, las paredes están totalmente cubiertas de muletas, exvotos y regalos traídos por los fieles milagrosos. Los guías alpinos del valle celebran aquí periódicamente una misa propiciatoria.