En Brienza, se dice que en el castillo que domina el pueblo, entre los muchos huéspedes que han encontrado hospitalidad y animado sus habitaciones y salones, uno en particular ha dejado una huella indeleble. Una marca que ha permanecido viva entre los muros del castillo, susurrando historias de hombres valientes y bellas damas. Sobre todo, resuena la historia de la familia Bianca da Brienza. Se dice que una hermosa y lujosa mujer llamada Bianca vivió en este castillo a mediados del siglo XIV. Solía dar fiestas, a las que asistía vestida únicamente con las joyas de las que se sentía orgullosa; entretenía a sus invitados bailando lánguidamente y sumergiéndose en una bañera llena de monedas de oro. Se dice que su tesoro se guardaba en una sala secreta del castillo, que tenía 365 habitaciones, tantas como días tiene el año. La habitación donde estaba escondido el tesoro era la 366, una habitación secreta. Tan secreto que los únicos que conocían su recorrido eran Bianca y su fiel criada. Pero el destino le tenía reservado un camino diferente al del lujo y la comodidad del castillo de Brienza. Durante un viaje a Amantea, fue capturada por piratas y llevada a Argel, donde un noble se enamoró de ella y la quiso con él. Desde entonces, no se ha sabido nada de ella ni de su tesoro. A día de hoy, la habitación 366 no ha sido descubierta y, según la leyenda, quien la encuentre se hará rico y será el dueño del tesoro.