El territorio de Montefiascone ha sido frecuentado y habitado desde la antigüedad: los etruscos lo consideraban una zona sagrada, quizás el lugar del legendario Fanum Voltumnae, un centro político y religioso donde se reunían los lucumoni etruscos. Los restos romanos son conspicuos y están en buen estado, fuertemente vinculados a la vía consular de Casia, que servía de enlace entre Roma, el centro de Italia, el norte del valle del Po y Francia (de ahí el nombre de Vía Francigena). Debido a la posición estratégica de la zona, los papas y los obispos de Roma mandaron fortificar la ciudad y mucha gente vino del campo para defenderse de las frecuentes invasiones bárbaras; las murallas fueron dotadas de una imponente fortaleza en la segunda mitad del siglo XIII, pero durante el Renacimiento, las exigencias militares obligaron a realizar muchos cambios en la estructura original. Las obras de fortificación de la ciudad continuaron a lo largo de los siglos y muchos papas se interesaron por ellas; hoy la Rocca dei Papi, restaurada y embellecida, se utiliza a menudo para eventos culturales. Desde 1058 hasta casi finales del siglo XVI, Montefiascone fue habitado por más de treinta papas, emperadores y personajes famosos. Éstos se quedaban aquí por períodos más o menos largos, convocaban parlamentos o iban allí de vacaciones de verano.