La Reale Cappella di Santa Venera es una espléndida joya del arte barroco enclavada en la noble y austera arquitectura de la Catedral de Acireale. Construido entre 1680 y 1697 gracias al legado de Troylo Saglimbene, alberga el precioso busto relicario del Santo realizado en 1651 por el platero de Mesina Mario D'Angelo. Las paredes, dinamizadas por las columnas retorcidas y el fino trabajo de estuco de Girolamo Baragioli, de Roma, están enteramente pintadas al fresco por Antonio Filocamo, de Messina. Con la gracia y la elegancia del siglo XVIII, las pinturas representan la Predicación y el Martirio de Santa Venera en los paneles laterales y la Gloria de la Santa en la bóveda. Con el paso del tiempo, la Capilla Real ha ampliado su valor semántico: más que un símbolo, se ha convertido en el “corazón” de la ciudad por excelencia en el que se han asentado siglos de fe, arte e historia, ya que es en torno al culto a la Patrona donde se construye y consolida la identidad de la ciudad. En la penumbra y el silencio que lo rodea, es como una teofanía. Es un lugar mágico, donde la belleza respira y se ilumina con destellos inesperados cuando la luz del día, penetrando en el gnomon de la bóveda, atraviesa el grandioso cuadrante con los signos del zodiaco en mármol policromado del reloj de sol de C. F. Peters (1844). En el interior de la Basílica de la Catedral, con su ecléctica fachada neomedieval de Sebastiano Ittar y Ernesto Basile, hay una galería de notables maestros de los siglos XVII y XVIII: Antonio Catalano l’Antico, Giacinto Platania, Matteo Ragonisi y Pietro Paolo Vasta; mientras que sobre la bóveda brillan los sublimes frescos de Giuseppe Sciuti, terminados en 1911.