Situada en el barrio de Brera, uno de los contextos urbanos más bellos de Milán, la iglesia de San Marcos se reflejaba en las aguas de los Navigli. A lo largo de la Baja Edad Media y hasta la época moderna fue la cuna de los agustinos de Milán: su presencia fue activa y permitió que el edificio se enriqueciera con numerosas obras de arte. Según la tradición, la iglesia fue dedicada a San Marcos en agradecimiento a la ayuda prestada por Venecia a Milán en la lucha contra Barbarroja, pero los primeros datos ciertos se remontan a 1254, cuando Lanfranco Settala, Prior General de la Orden de los Ermitaños de San Agustín, hizo construir una iglesia de tres naves incorporando los edificios anteriores. En la iglesia de San Marcos hay numerosos testimonios artísticos directamente inspirados en la figura de San Agustín. En la pared del crucero derecho hay un fresco de los hermanos Fiammenghini, Giovan Battista y Mauro della Rovere, que representa al Papa Alejandro IV entregando la Bula de Unión a la Congregación de San Agustín en 1256. En la parte inferior del crucero, las obras de restauración de 1956 sacaron a la luz detalles de los frescos del siglo XIV atribuidos a Giovannino de' Grassi, un pintor lombardo. Destaca el crucifijo rodeado de varios ángeles y santos, Fray Agostino con vestimenta pontificia. Se supone que la obra está fechada entre 1365 y 1370. En el presbiterio hay dos lienzos: a la derecha la Disputa entre Ambrosio y Agustín de Camillo Procaccini (1555-1629) y a la izquierda el Bautismo de Agustín de Giovan Battista Crespi llamado il Cerano, fechado en 1618. De su glorioso pasado, la basílica conserva el campanario y el imponente portal de piedra, sobre el que se encuentran las tres estatuas de San Marcos, San Ambrosio y San Agustín atribuidas a Giovanni di Balduccio da Pisa (1320). En la capilla de la Foppa, la primera a la derecha, hay frescos del siglo XVI de Paolo Lomazzo que representan las historias de San Pedro y San Pablo. Como recuerda una placa, la iglesia ha acogido muchos nombres importantes: de hecho, a finales del siglo XVIII, fue el destino del joven Mozart, que vivió en la rectoría durante tres meses, y en 1874 se celebró la misa de Réquiem dedicada a Alessandro Manzoni y dirigida por Giuseppe Verdi. Hoy en día, gracias a su extraordinaria acústica y a un excelente órgano (admirablemente restaurado por el gran Costanzo Antegnati), se celebran conciertos de las principales instituciones musicales de Milán. ANÉCDOTAS Y CURIOSIDADES Recientemente, los espeleólogos encontraron una trampilla que da acceso al espacio bajo el altar a través de un túnel. Lamentablemente, el pasadizo subterráneo se ha derrumbado y todavía se está intentando descubrir su finalidad. En 1700, el gran G.B. Sammartini, conocido como “el padre de la sinfonía” y "el milanés" (1698-1775), fue el organista de la iglesia de San Marcos durante mucho tiempo. Tras dejar su lugar de nacimiento en Tagaste, en la actual Argelia, Agostino tuvo algunos de los encuentros decisivos de su vida en Milán. Un factor decisivo fue su amistad con San Ambrosio, un hombre fuerte y carismático, que provocó un cambio radical en sus opciones.