El centro histórico, gravemente dañado por el terremoto de 1915, conserva algunos elegantes palacios nobiliarios del siglo XVIII-XIX y se enriquece con la presencia de la antigua iglesia de los Santos Pedro y Pablo (ya existente en las primeras décadas del siglo XII) y la más reciente iglesia del Carmine (siglo XVIII). Las ruinas de Castel Mancino (siglos X-XII) se alzan sobre un espolón rocoso que domina la parte más antigua de la pequeña ciudad. Los textiles, los bordados, los encajes, la marroquinería, el trabajo del hierro y la madera siguen reflejando en la producción artesanal actual las tendencias y características de las actividades que antaño florecieron en los largos inviernos nevados y los cálidos veranos. La localidad es el punto de partida de un gran número de evocadoras excursiones por la naturaleza en una de las zonas más bellas de Italia. Cuenta con un Centro de Visitantes del Parque Nacional de los Abruzos muy bien equipado, que incluye diversos sectores (naturaleza, fauna, arqueología, etc.), pero todos de enorme interés. Los bosques y las montañas que rodean Pescasseroli albergan a los principales representantes de la gran fauna de los tres Parques Nacionales de la región: el rebeco de los Abruzos (la especie más bella del mundo), el oso pardo marsicano, el lobo de los Apeninos, el águila real, el lince, el ciervo, el gamo y otras especies más comunes como el jabalí, el zorro, etc. Durante el invierno Pescasseroli se convierte en una importante y bien equipada estación de esquí, que garantiza la posibilidad de esquiar también gracias a una nevada programada de todas las numerosas pistas.